viernes, 20 de julio de 2018

Los duelos y su demolición

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¿Alguna vez has perdido algo? ¿Alguna vez has perdido a alguien? ¿Has tenido esa sensación de volverte un poco loco después de que aquello que te llenaba se fue? Tu mundo cuantificado deja de tener sentido y tu vida queda sin un rumbo fijo, te arrebatan de las manos tu existencia, tus planes.

Todo el mundo habla de duelos, dan consejos de cómo llevar la pérdida de un hijo, o un padre, de alguien a quien amabas, dan consejos de cómo prepararte después de perder tu trabajo, de cómo reponerte de una ruptura amorosa, y pocos son los que entienden lo que realmente sientes.

Has perdido a muchas personas, has perdido tantas cosas que no sabes cómo reponerte, no sabes cómo volver a empezar, te enajenas del mundo y miras tu interior destrozado, lo que antes importaba ahora ya no, estás acabado, en ese momento no te das cuenta, pero es una ocasión valiosa para ti.

Es la oportunidad de pulverizarte completamente, derrumbar todo, para volverte a cimentar y edificar, ese huracán o terremoto interno te cambia la vida, así que debes también agarrar un martillo y quebrar cada centímetro de ti, hazte añicos con ira y furia, con desconsuelo y desesperanza, desbarátate, vuélvete un montón de restos, esta es una oportunidad única que debes hacerla tan devastadora como puedas.

¿Quién no ha sentido la necesidad de destruir algo? Destrúyete, es tu duelo y tu dolor, este proceso debe durar lo que tú necesites, no presiones, no apures, tu demolición debe ser a tu paso, rómpete, vuélvete loco si quieres y lárgate de este mundo, vive como te plazca este tiempo y que el resto se joda.

Después de esta poesía de aniquilación, en tu interior respiras algo diferente, primero el humo no te deja ver con claridad, un poco turbio el ambiente, poco a poco todo se asienta y la marea retorna a su sitio, la tempestad pasa y las cosas se ponen en su lugar. Dejas de ser lo que eras y comienzas a saborear el mundo más profundamente, más intensamente, después de una pérdida todo resulta nuevo y elocuente, el cielo habla, los paisajes hablan, todo se torna mejor y más apreciable, porque sabes lo que es perder, lo que es perderte y volverte a recuperar.

 La vida suele golpear y hacernos mejores personas, cuando alzas tu cabeza y no hay nada, tienes la oportunidad de construir nuevas ideas, nuevos pensamientos, nuevos amigos, nuevos proyectos, nueva vida, en ese momento báñate, cámbiate la ropa, ponte algo muy bonito, tu mejor traje, arréglate el cabello y sonríe, que el mundo te espera, para que lo mejores y vuelvas a vivir.

sábado, 7 de julio de 2018

Nota en El Telégrafo


Diario El Telégrafo publicó una nota respecto a mi primer libro, gracias por eso.

La nota la pueden leer haciendo clic aquí.

lunes, 2 de julio de 2018

¿Has sentido miedo?

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El miedo es casi un ente, un fantasma, que se instala en nuestras vidas desde el nacimiento: a los cinco años tienes miedo que te lleve el cuco, a los 10 que mamá llegue antes de terminar la tarea, a los 15 de que ningún chico o chica te preste atención, a los 20 no pasar las materias de la universidad, a los 25 nunca encontrar a nadie para casarte o no tener trabajo, a los 30 jamás tener hijos, a los 35 no poder pagar la hipoteca de la casa, a los 40 miedo a envejecer, a los 45 tienes miedo no haber vivido, y a los 50 ya envejeciste, así que le tienes miedo a lo que hiciste con tu vida, casi siempre insatisfecha.

El miedo es una modalidad de vida, no pasa de moda, es un pegamento que se impregna en nuestro inconsciente, desde que nos obligan a salir del vientre de nuestra madre, no me mal interpreten, no es malo, es un instinto natural de supervivencia que se desarrolla a medida que vamos creciendo y se perfecciona como un radar a lo largo de nuestra vida.

¿En qué momento deja de ser beneficioso para nosotros? Cuando dejamos de vivir por miedo, de soñar por miedo, de ser nosotros mismo por miedo, a cualquier cosa, pero a la final, es miedo, que invade nuestra vida y se apodera como bruma espumosa y oscura, y toma nuestra conciencia y razón, de tal manera que la vuelve su prisionera, hace con ella su antojo, vacía nuestros sentidos, y se enfoca en tus infiernos, te enjuagan la cabeza, te destrozan tus utopías, justamente allí donde deja de ser tu amigo y se vuelve tu enemigo silencioso.

Todos sufrimos de este cuco, esa sensación de descontento que no comprendemos cuando la adquirimos y porqué está; no sabemos direccionar nuestra vida ni para dónde girar el timón.

Como la oruga, tanto tiempo encapsulada, debe tener miedo de salir, y transformarse, ese proceso de romper la membrana y convertirse en mariposa, todo es instintivo solo necesita hacerlo. Nosotros somos esas orugas y tenemos que pasar por el umbral de dolor y romper la capa del miedo, también instintivamente para sobrevivir a un mundo sin color; transformarnos requiere un poco de voluntad, decisión, convicción de querer ser más, impulsándonos como una máquina demoledora, a romper fantasmas estúpidos y sin sentidos.

¿Cuál es tu impulso? Volver a ser tú mismo. Conócete, da tiempo a tus hobbies, a estudiar, conoce a tu familia y parientes, viaja a lugares desconocidos, ten muchos amigos, escribe o canta. Combate tus miedos, vuelve a pensar en mejores metas y sal de los esquemas, no tengas miedo a desentonar, ten la fuerza necesaria de cambiar.