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El miedo
es casi un ente, un fantasma, que se instala en nuestras vidas desde el
nacimiento: a los cinco años tienes miedo que te lleve el cuco, a los 10 que
mamá llegue antes de terminar la tarea, a los 15 de que ningún chico o chica te
preste atención, a los 20 no pasar las materias de la universidad, a los 25
nunca encontrar a nadie para casarte o no tener trabajo, a los 30 jamás tener
hijos, a los 35 no poder pagar la hipoteca de la casa, a los 40 miedo a
envejecer, a los 45 tienes miedo no haber vivido, y a los 50 ya envejeciste,
así que le tienes miedo a lo que hiciste con tu vida, casi siempre
insatisfecha.
El miedo
es una modalidad de vida, no pasa de moda, es un pegamento que se impregna en
nuestro inconsciente, desde que nos obligan a salir del vientre de nuestra
madre, no me mal interpreten, no es malo, es un instinto natural de
supervivencia que se desarrolla a medida que vamos creciendo y se perfecciona
como un radar a lo largo de nuestra vida.
¿En qué
momento deja de ser beneficioso para nosotros? Cuando dejamos de vivir por
miedo, de soñar por miedo, de ser nosotros mismo por miedo, a cualquier cosa,
pero a la final, es miedo, que invade nuestra vida y se apodera como bruma
espumosa y oscura, y toma nuestra conciencia y razón, de tal manera que la
vuelve su prisionera, hace con ella su antojo, vacía nuestros sentidos, y se
enfoca en tus infiernos, te enjuagan la cabeza, te destrozan tus utopías,
justamente allí donde deja de ser tu amigo y se vuelve tu enemigo silencioso.
Todos
sufrimos de este cuco, esa sensación de descontento que no comprendemos cuando
la adquirimos y porqué está; no sabemos direccionar nuestra vida ni para dónde
girar el timón.
Como la
oruga, tanto tiempo encapsulada, debe tener miedo de salir, y transformarse,
ese proceso de romper la membrana y convertirse en mariposa, todo es instintivo
solo necesita hacerlo. Nosotros somos esas orugas y tenemos que pasar por el
umbral de dolor y romper la capa del miedo, también instintivamente para
sobrevivir a un mundo sin color; transformarnos requiere un poco de voluntad,
decisión, convicción de querer ser más, impulsándonos como una máquina
demoledora, a romper fantasmas estúpidos y sin sentidos.
¿Cuál es
tu impulso? Volver a ser tú mismo. Conócete, da tiempo a tus hobbies, a
estudiar, conoce a tu familia y parientes, viaja a lugares desconocidos,
ten muchos amigos, escribe o canta. Combate tus miedos, vuelve a pensar en
mejores metas y sal de los esquemas, no tengas miedo a desentonar, ten la
fuerza necesaria de cambiar.
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