martes, 4 de septiembre de 2018

Irse

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¿Te ha tocado alguna vez irte? Salir de tu hogar, separarte de todo lo que conocías, por el simple hecho de que toca crecer, ser alguien. Para aquellos que les ha tocado, conocen muy bien el sentimiento que embarga irse de su casa, de la comodidad de los suyos, de todo lo que conoces. Pero no todo es malo, sé que es lo mejor que podemos hacer para crecer y vivir.

Somos pequeñas plantas, alrededor de una gran mata que nos da nutrientes y fortaleza; una tierra fértil que protege y nutre, pero al irnos nos arrancan de esa tierra, somos la misma mata en una maceta nómada, lejos de los nutrientes, en ese momento descubrimos cómo sobrevivir.

Crecer para ser fuerte, independiente, libre. Envueltos en un torbellino de colores y sensaciones, que jamás habíamos visto, sintiendo cosas diferentes.

Lejos de todos tienes la opción de volverte a amar y consentirte, conociendo los más oscuros rincones de tu alma y volverle a dar luz a esos espacios; percibir el presente como un regalo, el pasado como una enseñanza y al futuro tan anhelado restarle importancia; lejos, tu sonrisa depende de ti.

Percatarse que existe más mar que solo tu playa, más bosques, más manglares, más ríos, más desiertos, que solo los que conociste; percibir más liviano el aire cuando respiras y volverte más diáfano en el camino que va lejos de casa.

Toca irse y cuesta, pero es allí donde más amas tu hogar y las personas que están en él; ser responsable de tu felicidad. Toca irse y regresar porque no hay nada más hermoso que encontrar el retorno al hogar.

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